La política educativa está muy lejos de satisfacer las aspiraciones y necesidades de la mayoría del pueblo respecto de la educación de sus hijos. En los hechos, las políticas y los discursos caminan por un lado y la realidad por otro. Infraestructura, equipamiento, becas y diferentes apoyos necesarios para un aprendizaje significativo, condiciones laborales, formación y capacitación de los docentes exigen soluciones que deben ser alcanzadas democráticamente. El enunciado de "educación de calidad para todos" es hoy una frase vaciada de sentido pero está en boca de buena parte de los dirigentes políticos y por supuesto de las tecnocracias ministeriales, quienes no se hacen cargo de las políticas económicas y educativas que implementan; las cuales no persiguen otro fin que el de destruir la escuela pública y culpabilizar a los trabajadores. El proceso de deterioro creciente de la educación pública iniciado en los ´90 -que siguen vigentes-, junto con la promoción explícita o implícita de diferentes formas de privatización y de precarización laboral de los docentes –por parte de dirigentes políticos y funcionarios- es una de las consecuencias más evidentes de estas políticas. Los trabajadores de la Educación asumimos el compromiso con la educación pública como parte de un proyecto integral que haga viable la democratización sustantiva de las relaciones sociales, la política, la economía, la cultura y la educación. Las políticas oficiales pretenden encerrar en un frasco al sistema educativo separándolo del contexto social y responsabilizándolo de la exclusión. Es necesario comprender el impacto de las políticas de ajuste y del modelo neoliberal que producen desempleo, precarización, pauperización, etc., de las condiciones laborales, realizando una lectura en perspectiva histórica del proceso, contradictorio y complejo que estamos viviendo. Las políticas implementadas han vaciado el patrimonio social, económico, cultural, cuyos responsables tienen nombres y apellidos; en ese sentido, es que sostenemos que aquí no existe fracaso escolar, sino un marcado y profundo fracaso en la implementación de este modelo en la sociedad en su conjunto. Como clase trabajadora organizada nuestra responsabilidad es la disputa por la distribución de la riqueza y como sindicato tenemos la obligación y la convicción de pelear por las condiciones salariales, laborales y pedagógicas. Como trabajadores de la educación y posicionados desde la educación popular asumimos un compromiso social y político militando en nuestro sindicato, y desde allí partir para intentar lograr que cada escuela se transforme en un espacio para habitar: un lugar para aprender-enseñar, para la participación política y la generación de cultura. Un lugar en el que se reconozcan los saberes, prácticas y valores que la lógica social dominante excluye. A nuestros gobernantes que hace años cambian de sillón con el mismo proyecto político de reproducir y profundizar la pobreza le sugerimos reflexionar sobre lo escrito por Antonio Gramsci, “el comienzo de la elaboración crítica es la conciencia de lo que realmente se es, es decir, “un conócete a ti mismo”, como producto del proceso histórico desarrollado hasta ahora y que ha dejado en ti una infinidad de huellas, recibidas sin beneficio de inventario. Es preciso efectuar, inicialmente, este inventario". |
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