§ Soy una mala docente porque fuí educada y creí toda mi vida que es necesario estudiar y sacrificarse para salir adelante, por eso me preparé con el mayor esmero y dedicación obteniendo muy buenas calificaciones en mi preparación académica como técnica, profesora y licenciada universitaria.
§ Soy una mala docente que a la par de su preparación específica realizó cientos de cursos que insumieron otro tanto de horas robadas a mi descanso, familia y ocio sin contar el dinero invertido para ello.
§ Soy una mala docente que no tiene transporte público urbano para trasladarme dentro de la ciudad.
§ Soy una mala docente que vive comprando rifas de mi escuela, de la escuela de mis hijas, de la escuela de los vecinos, de la de los hijos de mis amigos, etc, porque hace rato que el estado provincial o nacional no provee de los insumos básicos para preparar a los jóvenes para el reto del siglo XXI.
§ Soy una mala docente que abona puntualmente la cooperadora de la escuela de mis hijos porque siempre los directivos nos recuerdan que sin este aporte no se puede sostener la escuela.
§ Soy una mala docente que cree en la escuela pública y educa a sus hijos en la escuela pública.
§ Soy una mala docente que ha invertido un importante porcentaje de su magro salario en libros y más libros para ser mejor docente.
§ Soy una mala docente que comprende la difícil tarea de gobernar y jamás ha dejado de pagar un impuesto municipal o provincial.
§ Soy una mala docente que su salario de bolsillo perdió más de un 50 % de su valor por el aumento indiscriminado de los alimentos básicos de la canasta familiar, aumento negado por el gobierno nacional, pero que no comprende por qué debe seguir haciendo el esfuerzo para redistribuir la riqueza.
§ Soy una mala docente que debe observar, sin procurar ningún cambio, la agonía de muerte del iosper sin proferir queja ni acción alguna.
§ Soy una mala docente, que no se resigna a no recibir lo que le corresponde legítimamente en el reparto de la renta nacional.
§ Soy una mala docente que enseña a sus alumnos que el justicialismo garantizó a través de sus políticas públicas, los mejores ingresos y el más grande reparto de la renta nacional a los obreros y asalariados pero hace muchos, muchos años.
§ Soy una mala docente, que estudió viajando en tren público y protestó cuando los cerraban sin entender por qué “ramal que para es ramal que cierra” si los ferrocarriles nacionales eran el orgullo del pueblo peronista y trabajador.
§ Soy una mala docente que sigue sin entender por qué el esfuerzo siempre es de los abajo.
§ Soy un mala docente que no se resigna a aceptar que la ganancia se privatiza y la pobreza y las perdidas se socializan.
§ Soy una mala docente que no entiende cómo es el año 2008 y mi escuela secundaria todavía no dispone de un gabinete de informática sin contar que muchos de mis alumnos no saben manejar un teclado y los programas básicos para acceder al mundo del trabajo.
§ Soy una mala docente que debe observar sin reclamar el deterioro material de la escuela pública y la pobreza material cada vez más creciente de mis alumnos y sus familias.
§ Soy una mala docente, que no tiene derecho en un país libre y soberano, a reclamar lo que legítimamente le corresponde y es derecho esencial, aquí y en cualquier lugar del mundo, trabajar en condiciones dignas y recibir un salario que garantice las condiciones mínimas y básicas de mi núcleo familiar.
En fin, soy una mala docente que tiene la costumbre subversiva de enseñar a sus alumnos que este país, su Constitución Nacional y las autoridades electas garantizan la igualdad de oportunidades para todos sus habitantes y que los derechos humanos son universales, imprescriptibles e irrenunciables.
Araceli Traversa
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